lunes, 19 de agosto de 2013

Pasada rápida por las Cíclades

Recogimos a Joaquim en la isla de Aigina y ese mismo día pusimos rumbo al este, hacia la isla de Kithnos. La travesía empezó sin apenas una brisa y a medida que nos fuimos acercando a nuestro destino pudimos ir apreciando cómo los vientos predominantes de esta época se iban imponiendo. Y con ellos nuestras velas se iban reduciendo de manera considerable. ¡Menudo genio este Meltem!


Ya situados en las costas de Kithnos, más concretamente en la bahía de Ormos Apokriosis, encontramos fondeados a nuestros amigos del Common Sense y juntos decidimos entrar en el puerto de Merichas ya que el viento iba a subir en los próximos días y de esta manera el acceso a tierra es siempre más cómodo. El puerto está bien al abrigo pero para atracar de popa al muelle hay que asegurarse de que el ancla está bien cogida ya que el fondo es profundo y rocoso. La popa del Common Sense sufrió algún que otro golpe contra el muelle por culpa de esto...


Las islas Ciclades son características por su paisaje árido y rocoso. Paseando por el interior solo encontramos muros de piedra por doquier, matorrales con pinchos, capillas ortodoxas y alguna que otra higuera con unos frutos deliciosos. De vez en cuando también se encuentran pequeños pueblos de calles estrechas muy bien cuidadas y muros blancos y espesos que ofrecen al caminante un cobijo muy apreciado cuando el sol está en lo más alto. 



 ¡Y gracias a nuestro cazador intrépido nunca nos falta pescado fresco de todo tipo! Esta vez Olivier nos ofreció una “boullabaisse” antes de zarpar hacia nuestro siguiente destino. ¡Después de un plato así se enfrenta uno al Meltem de otra manera!



Anclar en Mykonos no fue tarea fácil. Como siempre el Meltem empezó a soplar duro al medio día y entrar en el nuevo puerto de la ciudad con las ráfagas que venían fue imposible. Decidimos entonces dirigirnos hacia el sur de la isla y mojamos el ancla en Kalo Livadi. Muy buen fondeo (aguantamos estoicamente ráfagas de hasta casi 50 nudos) pero las motoras que arrastran a los turistas en cosas flotantes a alta velocidad hacen que la natación resulte un tanto peligrosa... Allí se nos unió Laurent, el padre de Olivier, que tubo que embarcarse a nado ya que con nuestro chinchorro a remos era imposible alcanzar la costa. ¡Sin embargo Marino, mi padre, tubo más suerte! A los pocos días aprovechamos que el viento se calmó un poco y pudimos atracar en el nuevo puerto de Mykonos. En esta época del año este viento predominante sopla sin cesar así que la decisión de salir a navegar se debe tomar cuando “no sopla tan tan fuerte”...


Por tanto decidimos que la semana en la que teníamos a los dos papis a bordo no moveríamos el barco del puerto. Hemos visitado juntos la pequeña isla de Delos, la que fue la más grande ciudad antigua del mar Egeo. La leyenda cuenta que la diosa Léto, seducida y luego abandonada por Zeus, erró por el mundo llevando el fruto de sus relaciones con el maestro de los dioses. Héra, esposa de Zeus, prohibió su acogida en la tierra así que la pobre Léto solo pudo encontrar un pequeño islote miserable para dar a luz a Apolón y Artemis. La isla fue creciendo en prosperidad y deseada tanto por griegos, egipcios y romanos. A partir del siglo IV antes de J.C. se fue convirtiendo poco a poco en el principal puerto del Mar Mediterráneo oriental. Su situación en el centro del Egeo y su carácter sagrado explican este prodigioso desarrollo económico. La isla fue el gran mercado de cereales y de esclavos de la Grecia oriental, así como el centro de almacenaje y redistribución de aceite, vino y madera. Alrededor del siglo I antes de J.C. llegó a alcanzar los 25.000 habitantes. ¡Imaginad la cantidad de ruinas que se encuentran en una isla de 3,6 Km2! 








Y como no, también hemos visitado Mykonos en moto... ¡Eso si que ha sido una aventura!






Ahora mismo os escribimos desde Kos. En Mykonos nos despedimos de nuestros progenitores y saltamos de las islas Cíclades al Dodecaneso. Una vez llegue nuestro nuevo grumete, Kyrill, imagino que volveremos a las Cíclades... ¡Nos quedan aún muchas islas por visitar si el Meltem nos lo permite!