Hace
ya casi un mes que estamos en aguas griegas y por el momento podemos
decir que nos está resultando bastante... “deportivo”.
En
la Isla de Zakinthos pasamos una noche en el muelle de Nikolaos.
Siempre habíamos oído decir que los muelles en Grecia son gratuitos
pero por el momento tanto en Argostoli (Kefallonia) como en Nikolaos
(Zakinthos) nos hemos encontrado con el caso contrario.
Paisaje típico de las islas del Mar Iónico
Con sus impresionantes olivos
Como
el viento nos resultó ser favorable al día siguiente decidimos
zarpar hacia Kerion, al sur oeste de la isla. Cuando ya estábamos
llegando quisimos arrancar el motor pero éste opuso más resistencia
de lo normal y al final tuvimos que anclar en el fondeadero de noche
y a vela... Para ser la primera vez nos salió bastante bien! Al día
siguiente lo estuvimos comentando con Armand de la Salamandre y
Olivier se pasó todo el día limpiando el depósito de gasoil. Entre
baño y baño también nos dimos cuenta de que habíamos perdido la
pieza que sujeta la hélice (por suerte la hélice seguía en su
sitio!) así que alquilamos un coche por dos días, un día entero
dedicado a encontrar la pieza y el otro para recrearnos un poco por
la isla.
Playa del naufragio en Zakinthos
Cuando
el tiempo fue de nuevo clemente con nosotros pusimos rumbo a
Katakolo, en el Peloponesio. Gran bahía con mucho espacio para
fondear y un pequeño puerto donde atracan enormes barcos de crucero
para que sus pasajeros puedan ir a visitar Olimpia. Y nosotros nos
unimos a ellos, claro!
La
primera competición en Olimpia tuvo lugar por primera vez en el año
776 a.C. para celebrar la victoria del héroe Pelopos contra el rey
Oenomaos. Los juegos Olímpicos se celebraban cada cuatro años
durante la primera luna llena del solsticio de verano, durante una
gran fiesta dedicada a Zeus. Las ruinas se encuentran en una gran
explanada de unos 25.000 m2 y allí se puede descubrir cómo se
desarrollaba la vida en torno al gran acontecimiento cuatrienal.
Mucha calor en Olimpia...
El estadio...
En
la cena de despedida de la tripulación de la Salamandre quisimos
enseñarle a Armand lo bien que funcionaba nuestro motor después de
haber limpiado el depósito... Y el muy mal bicho se paró y no
volvió a arrancar! Al día siguiente Armand y Olivier lo revisaron
de arriba a abajo y finalmente descubrieron que el codo del tubo de
escape estaba completamente obstruido por la combinación de hollín
de los gases de combustión y el agua salda que pasa por dicho
conducto para refrigerar el metal. Menos mal que Armand es un muy
buen mecánico y nos ofreció su ayuda porque si no...
Una
vez todo en regla y después de haber pasado dos meses navegando con
la Salamandre el momento del adiós llegó y Armand y Brigitte
pusieron rumbo de nuevo hacia el norte y nosotros hacia el sur. Creo
que en el mar las relaciones se viven muy intensamente porque en el
fondo sabemos que más tarde o más temprano los caminos se separan.
Isla de Monemvasia con su ciudad enmurallada
Y
aquí llega nuestro periplo... 24 horas de navegación y llegamos a
la bonita bahía de Porto Kagio. Rincón precioso, baño, una buena
comida seguida de una siesta, una peli... y a las tres de la mañana
se levanta un viento descomunal, nos despertamos no se como y cuando
sacamos la cabeza vemos que el ancla se ha soltado del fondo y el
barco se abalanza muy rápido contra otro barco. Pánico! Motor a
fondo (no tengo palabras para expresar mi agradecimiento a Armand) y
salimos a toda máquina en mar abierto! Nada! Una noche más
navegando! Rumbo a Elafonisos para poder pasar una noche tranquila
antes de pasar el temido cabo Malea. Playa paradisíaca bien
protegida excepto por vientos provenientes del oeste. Y,
efectivamente, cuando estaba anocheciendo los vientos provenientes
del oeste llegaron con fuerza y levantaron una ola espantosa que nos
obligó a ponernos en marcha de nuevo! El viento cambió mil veces de
dirección y de intensidad y tuvimos que esquivar un gran número de
barcos de todo tipo y tamaño al pasar el cabo. Finalmente llegamos
por la mañana al bonito puerto de Monemvasia, donde hemos disfrutado
de la compañía de gente muy agradable y hemos nadado con tortugas
de mar enormes.
Fue duro subir a bordo este atún!
Olivier no suele navegar en ropa interior... estaba durmiendo cuando picó la lampuga!
Y lo más gracioso es que picaron con este trozo de cuerda desilachado que hizo Olivier!
Ahora
mismo os escribimos desde Poros, un rincón bastante turístico pero
muy bien protegido de cualquier viento. Dormimos a pierna suelta
desde hace varios días.
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