lunes, 23 de julio de 2012

Tierra firme

La travesía Menorca – Corcega la superamos sin ningún problema con tres noches y cuatro días de navegación ininterrumpida. Después de muchas dudas en referencia a la meteorología y después de revisar mil veces los partes en internet, nos comimos un plato de lentejas con chorizo y morcilla y zarpamos el jueves 12 de Julio a las 17:00 horas. Tiramos un poco de vela y motor para poder avanzar al máximo ya que sabíamos que a media noche nos íbamos a encontrar una buena Tramuntana que nos obligaría a variar el rumbo directo a la siguiente isla de nuestra ruta. Efectivamente el viento y las buenas olas de unos cuatro metros llegaron, ahora ya sabemos lo que significa Mar Gruesa. Avanzamos despacio con el génova recogido y con dos rizos en la mayor, cogiendo cada ola lo máximo de proa posible para evitar que las más fuertes nos golpearan de través. El tiempo fue amainando poco a poco y a partir de entonces el tiempo nos regaló un viento de popa hasta el Golfo de Bonifacio.
Nos han vuelto a acompañar en esta travesía los delfines un buen rato y llegando al Golfo de Bonifacio al atardecer nos dimos cuenta de que teníamos alrededor nuestro un grupo de atunes que nadaban a nuestra velocidad. Poco después aparecieron otro grupo de delfines que buscaban su cena entre los atunes. El espectáculo fue magnífico!
Tuvimos la brillante idea de preparar una caña para ver si pescábamos algo y apoyamos la caña sin fijarla mucho. Al atardecer sentimos un golpe y un “choff” y esa fue la última vez que vimos nuestra caña de pescar... Era la primera vez que pescábamos algo gordo! Si pasáis por Corcega y veis un atún con una caña colgando, es nuestra!!!
Llegamos tranquilos a Porto Vecchio y desde entonces hemos sido secuestrados por las tías de Olivier. Nos están cebando para cuando volvamos a partir y tengamos que soportar penurias y comer latas de sardinas! Jeje!


Jugando a Rummikub, imprescindible después de cenar!

Desayunando en la terraza.

Un paseo en altitud por la garganta de la Restonica, es como pasear por los Alpes!


Celebrando mis 33 veranos en el restaurante Cucuruzzu, menuda comilona!!

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