viernes, 21 de junio de 2013

Adaptación a Grecia

Hace ya casi un mes que estamos en aguas griegas y por el momento podemos decir que nos está resultando bastante... “deportivo”.

En la Isla de Zakinthos pasamos una noche en el muelle de Nikolaos. Siempre habíamos oído decir que los muelles en Grecia son gratuitos pero por el momento tanto en Argostoli (Kefallonia) como en Nikolaos (Zakinthos) nos hemos encontrado con el caso contrario.


Paisaje típico de las islas del Mar Iónico


Con sus impresionantes olivos

Como el viento nos resultó ser favorable al día siguiente decidimos zarpar hacia Kerion, al sur oeste de la isla. Cuando ya estábamos llegando quisimos arrancar el motor pero éste opuso más resistencia de lo normal y al final tuvimos que anclar en el fondeadero de noche y a vela... Para ser la primera vez nos salió bastante bien! Al día siguiente lo estuvimos comentando con Armand de la Salamandre y Olivier se pasó todo el día limpiando el depósito de gasoil. Entre baño y baño también nos dimos cuenta de que habíamos perdido la pieza que sujeta la hélice (por suerte la hélice seguía en su sitio!) así que alquilamos un coche por dos días, un día entero dedicado a encontrar la pieza y el otro para recrearnos un poco por la isla.


Playa del naufragio en  Zakinthos

Cuando el tiempo fue de nuevo clemente con nosotros pusimos rumbo a Katakolo, en el Peloponesio. Gran bahía con mucho espacio para fondear y un pequeño puerto donde atracan enormes barcos de crucero para que sus pasajeros puedan ir a visitar Olimpia. Y nosotros nos unimos a ellos, claro!

La primera competición en Olimpia tuvo lugar por primera vez en el año 776 a.C. para celebrar la victoria del héroe Pelopos contra el rey Oenomaos. Los juegos Olímpicos se celebraban cada cuatro años durante la primera luna llena del solsticio de verano, durante una gran fiesta dedicada a Zeus. Las ruinas se encuentran en una gran explanada de unos 25.000 m2 y allí se puede descubrir cómo se desarrollaba la vida en torno al gran acontecimiento cuatrienal.


Mucha calor en Olimpia...




El estadio...

En la cena de despedida de la tripulación de la Salamandre quisimos enseñarle a Armand lo bien que funcionaba nuestro motor después de haber limpiado el depósito... Y el muy mal bicho se paró y no volvió a arrancar! Al día siguiente Armand y Olivier lo revisaron de arriba a abajo y finalmente descubrieron que el codo del tubo de escape estaba completamente obstruido por la combinación de hollín de los gases de combustión y el agua salda que pasa por dicho conducto para refrigerar el metal. Menos mal que Armand es un muy buen mecánico y nos ofreció su ayuda porque si no...

Una vez todo en regla y después de haber pasado dos meses navegando con la Salamandre el momento del adiós llegó y Armand y Brigitte pusieron rumbo de nuevo hacia el norte y nosotros hacia el sur. Creo que en el mar las relaciones se viven muy intensamente porque en el fondo sabemos que más tarde o más temprano los caminos se separan.


Isla de Monemvasia con su ciudad enmurallada 

Y aquí llega nuestro periplo... 24 horas de navegación y llegamos a la bonita bahía de Porto Kagio. Rincón precioso, baño, una buena comida seguida de una siesta, una peli... y a las tres de la mañana se levanta un viento descomunal, nos despertamos no se como y cuando sacamos la cabeza vemos que el ancla se ha soltado del fondo y el barco se abalanza muy rápido contra otro barco. Pánico! Motor a fondo (no tengo palabras para expresar mi agradecimiento a Armand) y salimos a toda máquina en mar abierto! Nada! Una noche más navegando! Rumbo a Elafonisos para poder pasar una noche tranquila antes de pasar el temido cabo Malea. Playa paradisíaca bien protegida excepto por vientos provenientes del oeste. Y, efectivamente, cuando estaba anocheciendo los vientos provenientes del oeste llegaron con fuerza y levantaron una ola espantosa que nos obligó a ponernos en marcha de nuevo! El viento cambió mil veces de dirección y de intensidad y tuvimos que esquivar un gran número de barcos de todo tipo y tamaño al pasar el cabo. Finalmente llegamos por la mañana al bonito puerto de Monemvasia, donde hemos disfrutado de la compañía de gente muy agradable y hemos nadado con tortugas de mar enormes.


Fue duro subir a bordo este atún!


Olivier no suele navegar en ropa interior... estaba durmiendo cuando picó la lampuga!


Y lo más gracioso es que picaron con este trozo de cuerda desilachado que hizo Olivier!

Ahora mismo os escribimos desde Poros, un rincón bastante turístico pero muy bien protegido de cualquier viento. Dormimos a pierna suelta desde hace varios días.


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